Bodega Kirton, un pequeño tesoro entre el monte cordobés

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By Gaby Jatón

Hay lugares que te sorprenden por su simpleza, por su calma y por esa belleza que aparece sin anunciarse. Detrás de la sierra, donde el paisaje cordobés se vuelve más íntimo y el silencio acompaña, está el pequeño pueblo de Luyaba. Es un rincón donde el verde manda, las siestas se hacen largas y el monte te rodea como si te estuviera contando historias. Allí, escondida entre árboles nativos, vive la Bodega Kirton.

Llegar ya es parte de la experiencia. Después de cruzar las Altas Cumbres y tomar la ruta 14, que te lleva de pueblito en pueblito rumbo a San Luis, uno va entrando en esa Córdoba profunda, la que mezcla tradición, naturaleza y sencillez. En el kilómetro 157 aparece la señal que indica que estás cerca. El resto lo hace el paisaje.

Una bodega que nace del monte

La primera imagen sorprende. La bodega no se ve. Richard Kirton decidió construirla de manera subterránea para que el monte siguiera siendo protagonista. Desde afuera apenas se distingue una lomita verde que es, en realidad, el techo. Adentro, el ambiente es fresco, silencioso y perfecto para que los vinos evolucionen con paciencia.

Richard recibe personalmente a cada visitante, cuenta que desde el principio quiso conservar todo lo nativo. La propiedad está rodeada de árboles autóctonos que parecen abrazar el viñedo y darle carácter. Ese detalle no es menor, porque después aparece en los vinos.

Un viñedo pequeño, vinos que cuentan una historia

Kirton no es una bodega enorme ni busca serlo. Su viñedo principal tiene apenas una hectárea plantada casi por completo con syrah. Richard lo eligió cuando todavía nadie sabía muy bien qué iba a funcionar en la zona. Él solo sabía algo: no quería malbec. Quería probar, jugar, animarse a otra cosa.

El calor del verano, la tierra y el monte hicieron su parte y el syrah encontró allí su lugar en el mundo. Tanto así que, los vinos toman ciertos aromas a hierbas y a monte que no estaban en sus planes, pero que terminaron siendo su sello.

A eso se suman las pruebas en otra media hectárea, donde están trabajando con tempranillo, tanat, viognier y una variedad menos conocida llamada ancellotas. La primera vinificación salió mejor de lo esperado y eso entusiasma. Es la magia de los proyectos jóvenes que todavía se animan a experimentar.

Una visita que se disfruta sin apuro

Si buscás experiencias auténticas, de esas que mezclan paisaje, cercanía y esa calidez típica del interior cordobés, Kirton bien lo vale. La atención la da Richard en persona, siempre con tiempo para conversar, para contar cómo empezó todo, para explicar por qué la bodega está escondida bajo la tierra o cómo fue acertar con el syrah casi de casualidad.

La degustación es tranquila, amable, como si estuvieras visitando a un amigo. El monte alrededor hace lo suyo y la experiencia se vuelve todavía más especial.

Un lugar que habla el mismo idioma que los viajes conscientes

La visita a Kirton tiene algo que encaja muy bien con la forma en que entendemos el viaje. Todo está hecho respetando el entorno, cuidando cada árbol nativo, integrando la bodega al paisaje sin forzar la naturaleza. Es una propuesta que invita a detenerse, conectar con la historia del lugar y brindar por esas experiencias simples que quedan en la memoria.

En un mundo donde a veces corremos sin mirar, encontrarse con proyectos que apuestan por lo local, lo artesanal y lo auténtico es una manera de viajar más despacio. Y de volver a casa con la sensación de haber conocido no solo un vino, sino una forma de vivir.

Cómo visitarlos

La visita es con reserva previa.

Ubicación
Ruta 14, km 157
Luyaba, Traslasierra, Córdoba

Contacto directo con Richard
Mail: contacto@bodegakirton.com
Teléfono: 3544 58 3053
Redes: @bodega_kirton
Web: www.bodegakirton.com

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